Esta tercera entrega de canciones vascas de Aita Donostia presenta un total de 37 obras pertenecientes a varias etapas creadoras del músico, si bien el grupo más abultado corresponde a los años veinte, según puede comprobarse en la edición de las obras musicales del autor realizada por Jorge de Riezu. Muestra, por tanto, diversas formas de tratamiento y revestimiento del material popular que A. Donostia empleó en su trayectoria. Ni el autor de estas lineas ni este espacio son los más idóneos para exponer un análisis de esas formas, pero sí debe quedar sentado que todas, por encima de su diversidad, o tal vez en razón de ella, provienen de un conocimiento, de una pasión y de una identificación con el material de base que conducen a una vía estética personal, pero inmersa en la esencia misma de esta manifestación popular.
De manera breve (incompleta, por tanto) podemos retomar las explicaciones que José Luis Ansorena da en su excelente obra sobre A. Donostia. Dice este máximo conocedor que, coincidiendo con la composición de los Preludios Vascos (de 1912 a 1915), elaboró el músico numerosos ejemplares de este nuestro tesoro popular: melodías presentadas con cuidada armonización, de piano la mayor parte de ellas. Puede aplicarse a estas canciones, añade Ansorena, en su conjunto, el juicio que él mismo dio a las canciones francesas de D’Indy: “armonia sencilla y natural, que parece nacer del pueblo mismo,de la canción". Luego, caminando hacia 1920, se advierte una evolución progresiva, una ampliación de recursos armónicos y rítmicos que se acentuará en la década siguiente. “Puede extrañar –indica Ansorena- que el Padre Donostia nos hable de simplificación del acompañamiento alrededor de 1930, cuando había elaborado muchas canciones populares después de 1920 con acompañamiento de notables dificultades pianísticas y armónicas".
Esta grabación que alcanza desde 1911, en que el P. Donostia envía a los juegos florales de Segura su “Ikhazkin mendian", hasta el “O ciucciarella", de 1953, revela las cambiantes espumas de estas mareas estilísticas, así como las tendencias de cada momento a utilizar armonías horizontales, verticales o combinadas. Pero siempre obrando “con libertad". “Sus diseños y juegos melódicos no son meramente ornamentales, sino que van ligados de forma velada al contexto de la melodía o del ritmo de la canción", escribe Ansorena. Por poner un solo ejemplo, podemos detectar este procedimiento en la simple y alegre (y tal vez no de origen vasco) “Ama begira zazu", clasicona melodía danzada a la que A. Donostia encinta con un bajo cuya fórmula rítmica sufre una variante a mitad de pieza, al tiempo que la mano derecha acomete un pasaje de tresillos. Todo esto, a lo que se añade un sencillo contracanto en dos ocasiones, confiere a la melodía un aire más libre e incluso le añade un ligero toque poético.
Y aquí, citando al “Ama begira zazu", ha surgido uno de los asuntos que en su día creó serios enfrentamientos: el del origen vasco o no de muchas de las melodías y danzas de nuestro acervo popular. Fue, a mi parecer, Aita Donostia quien con mayor valor analizó el legado y colocó juiciosas interrogantes. No hay sino acudir a los artículos y ensayos que fue publicando sobre aires tan “nuestros" como la marcha de San Ignacio, Uso zuria, Donostiako iru damatxo, etc. Su intenso amor por el folklore vasco le permitía volar con esta libertad. Como dice Jean Ithurriague en su “Un peuple qui chante. Les basques" (1947) el robinsonismo es una utopía, una concepción quimérica del espíritu popular. Imposible por tanto aislar a una nación del préstamo ajeno. Es la obra del tiempo quien le confiere la nacionalidad a estos productos del arte de uso comunitario. Lo mismo cabe decir del tratamiento, de la “devolución" culta de esas melodías al público. Aita Donostia razonó (no tenía necesidad de justificar) su forma de tratarlas aludiendo al paso del tiempo: “Vivimos en el siglo XX". Y obró en consecuencia. Una forma genial de armonizar pasado y presente.
J.A.Z
1. Ikhazkin Mendian
2. nere maitia, nik zuretzat
3. bonbolontena
4. nere maitia, lo ta lo
5. nere aurra, lotxo, lotxo
6. txalopin txalo
7. atzo ttun ttun
8. itxasoan laño dago
9. ni ez naiz zomorrua
10. bolon bat eta bolon bi
11. bolon bat eta bolon bi
12. binbili, bonbolo
13. xarmegarria zira
14. nere mandoa
15. o ciucciarella
16. le bon matin me suis levé
17. els tres tambors
18. ene ama, othoi errazü
19. untzia jin deneko
20. aisa pensatu nuen
21. baratzeko pikuak
22. ama begira zazu
23. axuri beltza
24. aldapeko sagarraren
25. nik badut maiteño bat
26. lili eder bat badut nik
27. Orai banüazü herriti
28. lurraren pian sar nindaiteke
29. bortian ahüzki
30. alageraz
31. muthil gaztia
32. oi ene bizitzea
33. basoilarrak
34. mündüan den ederrena
35. arrosa eder
36. alferretan haiz sortzen
37. arranoak bortietan
“Una música como esta, que a menudo es confidencial, exquisita siempre y poco dada grandes alardes ni a aparatosos despliegues, demanda mesura en la expresión y sumo cuidado en la interpretación, y las versiones que aquí escuchamos son, en este sentido, ejemplares. Así pues, interesante y atractiva música excelentemente interpretada” (Josep Pascual CD Compact)
"El paseo de Almudena Ortega y Josu Okiñena por la obra para voz y piano del Padre Donostia (1886-1956) llega con estas dos entregas a sus etapas tercera y cuarta, ahora de la mano de la joven casa NB y con una presentación muy bella. (...). Algunas de ellas son muy conocidas (la canción de cuna Txalopin txalo puede ser un ejemplo de esa "primitiva sencillez" que siempre trató de encontrar Donostia), y a todas se entregan soprano y pianista con cuidada gracia y sensibilidad" (Asier Vallejo Ugarte SCHERZO 2007)
"Con apropiado carácter, Almudena Ortega entona cada canción, y aporta a cada una de ellas el estilo apropiado. El pianista Josu Okiñena, músico empapado en el difícil arte del acompañamiento de cámara, dialoga en el mejor estilo con la soprano. Consiguen entre ambos una sesión musical en la que lo entrañable de las melodías y la pureza puesta en ellas por el autor hacen que alcancen un alto grado de emoción. Son 37 miniaturas vocales que componen una manifestación de sabio respeto por el arte sonoro de origen popular"
(Karmelo Errekatxo, periódico BILBAO marzo 2006)
"En fin, estamos ante una por muchos motivos feliz aportación a las ya numerosas que la canción española de concierto viene recibiendo en los últimos años" (Andrés Ruiz Tarazona DIVERDI)